Ontología existencial del videojuego

Ciertamente, en un primer vistazo, Heidegger es el autor menos oportuno para pensar los videojuegos. Hay en su filosofía un proceso de crítica activa contra la técnica, entendida como desencantamiento del mundo, como una suerte de máquina nihilista que nos permite cómodamente participar de la destrucción ecológica y existencial de nuestras sociedades haciéndonos olvidar aquellas cuestiones que, en su pensar, eran las más dignas de ser pensadas. Sin embargo, si somos capaces de dar esquinazo a esta idea y de aceptar todos los límites y todas las traiciones que nos impone la posibilidad de entablar un diálogo contemporáneo con Heidegger que no sea una simple hagiografía o un resumen apresurado de sus temas, hay una primera idea en Ser y tiempo que puede ser de gran utilidad para entender el asombro que nos provocan los mundos virtuales.

En cierto sentido, la ontología existencial –en contra de eso que generalmente se ha entendido como existencialismo y que, digámoslo claro, nada tiene que ver con el propio Heidegger– precisamente apunta por romper la dualidad en las relaciones entre la mirada que “domina el mundo” (aquí, el videojugador, allí el “sujeto”) y la idea del “mundo dominado” (aquí, la configuración lúdica con todas sus opciones, allí, el “objeto”).