Entrevista a Laura Marí Soria, directora del cortometraje “Como en la magia”

Alejandro Moya Blay. Grado en Comunicación Audiovisual.

Laura Marí Soria, castellonense de 26 años, nos ofrecía esta maravillosa entrevista el pasado 12 de marzo de 2014, con motivo de la puesta en marcha de los preparativos para el I Festival Audiovisual Universitario OCULUS, que organiza la Universitat Jaume I (UJI).

Laura cursó la disciplina de Comunicación Audiovisual en la UJI, y al finalizar sus estudios universitarios se desplazó a Barcelona para asistir durante tres meses a un curso de dirección de producción cinematográfica. Hoy en día se encuentra trabajando en Arcadia Motion Pictures, la productora de la película Blancanieves (Pablo Berger, 2012), entre otras. Durante su último año en la universidad, Laura, junto con otros compañeros de carrera, realizó el cortometraje Como en la magia, en el papel de directora. El corto cuenta la historia de un niño que pierde a sus padres en un accidente de coche, mientras que él se encuentra en casa de su abuela. La abuela tratará de hacerle conocer la noticia del modo más suave y dulce posible: a través de un cuento.

¿Cómo surge la idea del corto, la intención de sacarlo adelante y dirigirlo?

Bueno, yo llegaba de un grupo diferente el año anterior, pero tenía muy buena relación con el director de fotografía, y hacía tiempo que teníamos ganas de hacer algún proyecto juntos. Me planteó una idea, que estaba bastante bien, aunque aún no tenían el guión.

A mí me apeteció, porque ellos tenían ganas de trabajar y de dedicarle más horas de lo que de normal se le dedica a un trabajo de universidad, y bueno yo me uno con ellos al grupo y acabamos de darle forma al guión y de formar el equipo. Además, sorprendentemente nadie quería dirigir, por lo que el papel me vino un poco de sorpresa, ya que yo tenía pensado dedicarme al departamento de producción.

La idea salió de Carles (guionista), que quería darle vueltas al tema de cómo se asimila la muerte de un familiar, y escogimos el terreno de los niños porque pensábamos que podríamos explorar sus sentimientos y explicarlo de una manera más fácil.

El corto toca un tema algo delicado. No obstante lo hace con mucho tacto y delicadez. Además de tratar el tema de la muerte, ¿había algún tipo de trasfondo social?

Nunca nos planteamos que fuera un tema social, el corto tenía una intención reflexiva acerca del qué pasa cuando uno se muere, eran muchos temas unidos dentro del mismo corto. Sí que es verdad que estuvimos planteándonos varias formas en la que los padres del niño podrían haber fallecido, y finalmente cogimos el tema del accidente de coche, porque era la forma que nos cuadraba mejor para hacer un pequeño juego narrativo, en el que al comienzo se dieran una serie de pistas que más tarde se pudiesen relacionar con el accidente.

En cuanto al equipo, ¿contasteis con un elevado número de personas? ¿Y con un gran equipamiento técnico?

Creo recordar que éramos un total de unas 8-10 personas. Intentamos cubrir todos los departamentos  para poder llegar bien a lo que queríamos y que el corto tuviera un resultado lo más perfecto posible.

En cuanto al tema del equipamiento, si que recuerdo que tuvimos equipamiento adicional. Utilizamos muchísimas cosas de la universidad, pero además contábamos con un director de fotografía que era fotógrafo profesional, que nos ayudó aportando varios focos y trípodes, así como la cámara con la que rodamos.

Tanto durante el rodaje, como durante la preproducción y la postproducción, ¿qué problemas os surgieron?

Por una parte, tuvimos las limitaciones del espacio donde trabajamos. No era ningún decorado, ni era ningún plató, era una casa de verdad. Hubo muchas cosas que no pudimos hacer por falta de espacio, por falta de poder abrir más el plano, o por tema de que habíamos falseado algunos focos.

Por otra, tuvimos el problema de los actores. Teníamos a Cesca, quién hace de abuela, y con ella fue muy fácil rodar porque era actriz y había dado clases de teatro. En cambio, trabajar con el niño pequeño, Carmelo, que no era profesional y que nunca había hecho nada como actor, fue más complicado. Recuerdo que durante el rodaje de la escena final, en la que él está en la cama, nos tuvimos que aislar, tuvimos que poner una tela negra que nos tapara al equipo para que él no nos viera, porque no se podía concentrar y olvidaba el texto.

¿Por qué decidís acompañar el monólogo de la abuela a su nieto, en la secuencia final, con imágenes en 2D animadas?

Era algo que estaba ya previsto desde que empezamos a redactar el guión. Además nos vino muy bien montar la animación por encima de las imágenes en las que el niño no quedaba muy natural para tapar, digamos, esos momentos en que nos faltaba material bueno.

A Carles (guionista) también le gustaba mucho todo el tema de la animación, mezclada con la imagen real de los actores, así que simplemente nos encargamos de encajar en postproducción el relato del cuento con las imágenes animadas.

¿Contasteis con algún tipo de ayuda económica o de subvención pública?

No, para nada. Nosotros pusimos una pequeña cantidad cada uno, de manera que se cubrían los gastos de desplazamiento y de alimentación, que fue realmente lo único que nos costó dinero. No compramos casi nada de attrezzo ni de vestuario, incluso los actores trajeron ellos la ropa, por lo que, los gastos fueron mínimos.

¿Y en cuanto a los decorados y la localización del rodaje?

Rodamos en Sagunto, en la casa de los abuelos de Carles (guionista). Estuvimos mirando varias localizaciones, todas pertenecientes a miembros del equipo o familiares, que es lo más fácil cuando haces algo con bajo presupuesto y de forma gratuita. Y la de Sagunto fue la que más nos gusto, porque de algún modo la casa estaba ya muy decorada, con la estética que nosotros buscábamos, y era donde nosotros menos teníamos que intervenir en ese sentido.

Era una casa antigua que tenia muchísimo carisma, se adaptaba bastante a la idea que teníamos nosotros de calidez, de mostrar un ambiente agradable en una casa antigua… Que evocara a la casa de tus abuelos o a aquella casa en la que te quedabas a dormir de pequeño, algo bastante familiar.

Por último, ¿qué consejo le podrías dar a todos aquellos que se estén planteando realizar un cortometraje para el festival o que sean primerizos en el audiovisual?

Yo les diría que se junten con un buen equipo, que al final es lo más importante para todo. Tanto para trabajar, como para sacar adelante un proyecto, yo creo que lo más importante es la gente que tienes a tu alrededor, lo que puedan aportarte ellos, porque al final cualquier proyecto se consigue llevar a cabo gracias a muchos conocimientos pequeños puestos en común. La creatividad y la capacidad de resolver problemas de la gente que tengas alrededor son esenciales.

Lo que yo le recomendaría a alguien que esté empezando es que busque a gente con la que se encuentre cómodo trabajando y que entre ellos intenten buscar un proyecto que crean que puedan llevar adelante y que les guste lo suficiente como para que puedan dejarse la piel en él. Al fin y al cabo creo que lo que se ve en pantalla es lo mucho que has trabajado o todo lo que has podido dar de ti.

Mensaje de despedida.

Querría, dar las gracias a Emilio Sáez Soro y a la organización del Festival OCULUS por acordarse de nosotros después de tantos años. Al resto del equipo les ha hecho mucha ilusión que después de tanto tiempo nos escribieran de la universidad, porque la verdad que todos sentimos un vínculo con la UJI que nos gusta mantener, y estas cosas nos animan a pensar que gracias a aquel pequeño trabajo que hicimos ha quedado algo de nosotros.

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