Aleaciones improbables: la decimocuarta temporada de Sala Caligari gira alrededor de diálogos y conexiones

El análisis textual se sitúa, a veces, a camino entre dos (o más disciplinas). Frente a la norma tradicional de tomar el texto como una unidad autónoma y autosignficante (productora de un discurso único y de una significación hermética encerrada en sus propios códigos), en ocasiones resulta fructífero romper nuestra propia metodología para entablar un diálogo que resulte desvelador sobre aquellos elementos textuales y contextuales capaces de permitir una aproximación más rica y compleja.

Ese debate está, además, en el centro de la reformulación de las ciencias humanas y sociales: la necesidad de generar conexiones, hibridaciones y colaboraciones con otras disciplinas para que los estudios fílmicos y seriales no acaben generando posiciones herméticas que fotocopien los tics del neopositivismo y la parcelación estricta de saberes. Antes bien, lo que resulta sensato es ofrecer un espacio para encontrarnos con las conexiones, las resonancias y los ecos inesperados entre diferentes maneras de enfrentarse a la creación audiovisual.

Es por ello que esta temporada Sala Caligari sugiera una aproximación rigurosa y controlada entre dos textos que puedan resultar extranjeros entre sí: una película y un libro, una fotografía y una serie, dos obras alejadas más allá de lo evidente y cuya colisión provoque una reflexión inesperada pero ceñida a sus procesos de interpretación. Como señala Agustín Fernández Mallo en su Libro de todos los amores, lo más coherente cuando dos fuerzas chocan es moverse a toda velocidad en dirección al centro mismo del accidente para poder sobrevivir. Supervivencia, lectura, diálogo y encuentro son, por lo tanto, los ejes sobre los que proponemos una temporada que queremos atípica y que afirme un nuevo rumbo en nuestro espacio.

Del mismo modo, nos parece importante reforzar la idea de que en esta nueva temporada el equipo de coordinación del espacio desea reforzar su posición como alumnos y nuestro deseo de escuchar a colegas como una manera de seguir creciendo y no dar nuestra posición ni nuestro saber por supuesto. Es por ello que nos tomamos la libertad de guardar silencio y dejar que sean los invitados e invitadas las que nos ayuden a pensar qué ha ocurrido en ese choque, hacia dónde dirigir nuestros pasos y cómo seguir pensando las imágenes más allá de los lugares comunes y los tics heredados.